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lunes, 21 de octubre de 2019

Cabinas telefonicas

CABINAS  TELEFÓNICAS
Aún  recuerdo  de  zagales,  como atracabamos  las maquinas de teléfono.  cuando aún la telefónica era patrimonio  del estado  español. Fue mi primer  acto delictivo.  Nos juntabamos  en pandillas. Tendríamos 13 o 14 años. !¿qué  Cómo atracabamos  las cabinas?  con un bonobus  de cartón y clip. doblamos el bonobus y lo metíamos en la  ranura y luego con el clip sacábamos  la colecta. Y con el dinero al los futbolines.  Cada banda tenia  su zona. nos dábamos  una vuelta o entrenar queríamos ser como mendieta  o peternac  paquete  higuera  o pardeza y luego hacíamos nuestra peculiar  recaudación.  Qué  alegría nos daba sacar el premio  gordo 200 o 500 pesetas.  si te habían  robado... empezaba el conflicto y tenias que descubrir  quién.  Oh tempora oh more oh tiempos oh costumbres. luego pusieron el pulsador, nos jo dieron el invento.  y luego ya llego el móvil.  Crecimos, nos separamos, perdimos los números,  algunos murieron, algunos trabajan otros no esté à escribir  y este otro se hizo guardia civil.  no se porque pienso en todo esto tal vez  porque el crimen  allá  prescrito. Además  ya no hay cabinas ♡☆♡☆

EL GUIJARRO EN EL PUCHERO (Leyenda soriana)


EL GUJARRO EN EL PUCHERO (Leyenda Soriana)

Cuentan que en la región donde se juntan las tres provincias de Soria, Guadalajara y Zaragoza. En tiempos de la postguerra de la última guerra civil. Había un poeta que se pasaba por los pueblos de Judes, Mochales, Chaorna y Sta María de Huerta entre muchos otros . Y que en su hatillo  siempre llevaba un puchero.
Así un día llegó al pueblo de Judes, hoy día, pedanía de Arcos de Jalón. Iba silbando y verseando con gran alegría. Se sentó en la plaza, el poeta-bululú, con unas cuantas ramas y piedras hizo una fogata.

  Les causó gran impresión a los chiquillos judeños, ver a este personaje algo desastrado, melenudo y un poco patizambos (usaba bastón. Allí en la plaza de su pueblo.

 Así que le formaron un corro sin decir nada. Mirando el puchero a ver que se iba a preparar en esos tiempos de carestía y hambre. Aquel hombre de nombre Luciano.¡ Y qué fue lo que echo en el agua, sino un triste guijarro!

Los niños del pueblo en especial Fernando se rieron de él

-Ja, ja se va a comer una piedra.

Luego se fueron a sus casas y les contaron a sus madres las nuevas noticias sobre el viajero-poeta, ese extravagante visitante que se iba a comer un guijarro.

  Y la madre de un chiquillo, de nombre Alba, le dio unos garbanzos para que se los hiciera. Otra madre avisada por Alba que le contó el suceso, le llevó: apio, boniatos y especias. Mamerto el herrero le dio longaniza y el maestro de la escuela un poco de chorizo.

  Así estaba el pueblo reunido en torno a tan bizarro personaje, poeta y vagabundo. El panadero está claro, llevó pan. Y Felisa que tenía gallinas, trajo huevos de corral.

  Y cada uno con su poco prepararon un gran festín. El poeta mientras cocinaba todas aquellas viandas donadas. A la para que contaba y cantaba sus versos e historias a los lugareños de Judes.

  Comieron todos la mar de bien y fue entonces cuando un niño sintió en sus dientes al morder algo duro. Y no era un hueso sino el guijarro del poeta vagabundo.

 Y el chiquillo exclamó dirigiéndose a todos:
-  Mirad, mirad lo que me he encontrado (dijo riendo). El guijarro.