EL
GUJARRO EN EL PUCHERO (Leyenda Soriana)
Cuentan
que en la región donde se juntan las tres provincias de Soria, Guadalajara y
Zaragoza. En tiempos de la postguerra de la última guerra civil. Había un poeta
que se pasaba por los pueblos de Judes, Mochales, Chaorna y Sta María de Huerta
entre muchos otros . Y que en su hatillo
siempre llevaba un puchero.
Así un día llegó al pueblo de Judes, hoy día, pedanía de Arcos de Jalón. Iba silbando y verseando con gran alegría. Se sentó en la plaza, el poeta-bululú, con unas cuantas ramas y piedras hizo una fogata.
Así un día llegó al pueblo de Judes, hoy día, pedanía de Arcos de Jalón. Iba silbando y verseando con gran alegría. Se sentó en la plaza, el poeta-bululú, con unas cuantas ramas y piedras hizo una fogata.
Les causó gran impresión a los chiquillos
judeños, ver a este personaje algo desastrado, melenudo y un poco patizambos
(usaba bastón. Allí en la plaza de su pueblo.
Así que le formaron un corro sin decir nada.
Mirando el puchero a ver que se iba a preparar en esos tiempos de carestía y
hambre. Aquel hombre de nombre Luciano.¡ Y qué fue lo que echo en el agua, sino
un triste guijarro!
Los
niños del pueblo en especial Fernando se rieron de él
-Ja,
ja se va a comer una piedra.
Luego
se fueron a sus casas y les contaron a sus madres las nuevas noticias sobre el
viajero-poeta, ese extravagante visitante que se iba a comer un guijarro.
Y la madre de un chiquillo, de nombre Alba,
le dio unos garbanzos para que se los hiciera. Otra madre avisada por Alba que
le contó el suceso, le llevó: apio, boniatos y especias. Mamerto el herrero le
dio longaniza y el maestro de la escuela un poco de chorizo.
Así estaba el pueblo reunido en torno a tan
bizarro personaje, poeta y vagabundo. El panadero está claro, llevó pan. Y Felisa
que tenía gallinas, trajo huevos de corral.
Y cada uno con su poco prepararon un gran
festín. El poeta mientras cocinaba todas aquellas viandas donadas. A la para
que contaba y cantaba sus versos e historias a los lugareños de Judes.
Comieron todos la mar de bien y fue entonces
cuando un niño sintió en sus dientes al morder algo duro. Y no era un hueso
sino el guijarro del poeta vagabundo.
Y el chiquillo exclamó dirigiéndose a todos:
- Mirad, mirad lo que me he encontrado (dijo riendo). El guijarro.
- Mirad, mirad lo que me he encontrado (dijo riendo). El guijarro.
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